Un
acuífero se forma a partir del agua superficial que se infiltra en el suelo.
Empujada por la gravedad, fluye entre materiales porosos y permeables hasta
quedar retenida en profundidad por una capa de rocas impermeables.
En
España, este recurso natural es muy importante en las épocas de sequía y en las
regiones con escasos recursos hídricos superficiales. Las aguas subterráneas se
destinan fundamentalmente al consumo humano y al riego de los campos de
cultivo.
España
no ha vigilado bien la contaminación que los residuos agrícolas y ganaderos
filtran a los acuíferos hasta el punto de que la Comisión Europea abrió un
expediente sancionador por esto en noviembre pasado.
La
consecuencia es que hasta el 46% de las masas de agua subterránea padecen la
contaminación por nitratos que provocan la utilización de fertilizantes y el
estiércol de las granjas ganaderas.
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